14 mayo 2010

GAMBIA V...

Quinto día

Me he despertado con el alba y he visto amanecer frente a mi cama.


Después he subido al pueblo porque quería ver como es la vida a primera hora de la mañana.

Había niños por todas partes acarreando cubos y palanganas y dirigiéndose hacia los pozos repartidos por el poblado.

Cada niño es responsable de su propio recipiente y la vida gira alrededor de los pozos. Ahora son los niños más tarde serán las mujeres. Los cubos que ahora utilizan para asearse más tarde servirán para lavar la ropa.

He saludado por el camino a Sheriffo, un experto en aves que se ha ofrecido para dar un paseo por los alrededores más tarde y avistar pájaros. Ayer estuvimos hablando al respecto y aunque a mi las aves no me apasionan, me pareció una buena oportunidad para verlas con la compañía de un entendido. He conocido a su família. Estaban todos sentados alrededor de una bandeja y comiendo “cous-cous” con las manos. Era una pasta lechosa hecha de sémola. Me ha invitado a compartir su almuerzo africano. Nos citamos para después del desayuno.


Con un zumo de baobab y unos panecillos recién hechos en el estómago fui a encontrarme con Sheriffo. Llevaba colgados sus prismáticos al cuello y una guía de aves del Africa Occidental no se soltaba de su mano. Parecía un apéndice del brazo. Desde el primer momento en que le ví en el resort nunca se desprendió de su guía.

Primero nos acercamos a una charca donde me aseguró que había cocodrilos pero deberían estar escondidos en los agujeros y nos quedamos con las ganas de verlos. El paseo nos llevó hasta el río y pudimos observar todo tipo de aves.

Incluso una familia de monos saltando por las ramas de un mango. En cuanto avistaba un pájaro paraba, miraba hacía él, lo señalaba y decía

- Yellow-billed Shrike

Y buscaba en su guía la página donde aparecía la ficha y me la señalaba

- Spur-winged Lapwing

Más de lo mismo. Echaba mano a su libro y allí aparecía. Estaba encantado con su trabajo. De vuelta pasamos por su casa y me enseñó la nueva vivienda que acababa de construir. Tres habitaciones cubiertas por un techo de palmera. Teniendo en cuenta que no había ni luz, ni agua ni, evidentemente, gas en las casas, me pareció que Sheriffo estaba muy orgulloso de su nuevo hogar. Me comentó que tenía un hijo viviendo en Copenhagen y me pregunté como sería la vida de aquel chaval. Que contrastes cada vez que volvía a su casa.


Volví al lodge para recoger mi mochila y preparar la vuelta. Un espejo me mostró que pese a haber dormido vestido no tenía tan mal aspecto. El hecho de que la cama solo dispusiera de una mosquitera y no tuviera sábanas no me impidió dormir como un ángel. Un angelito con papel de water en los oidos. El silencio en la noche era aparente, los sonidos naturales del movimiento del agua en los manglares y los ruidos de los animales de la aldea en cuanto me estiré me sugirieron proteger mis oidos.

Pregunté a Eboudé a que hora llegaba la furgo y me comentó que entre las once y la una del mediodía. Pero que no me preocupara que ya la oiríamos llegar. Nos quedamos hablando un buen rato en la terracita, intentando explicar que era Cataluña, comentando la exportación de los esclavos, la ocupación de las colonias inglesas y francesas, la distribución de la riqueza. Estuvimos a punto de arreglar el mundo y quedamos en que al menos, aprovechandonos de las nuevas tecnologías, le haría llegar alguna foto via mail.

El árbol-parada del autobús estaba ya ocupado por algún pasajero, sentado a la sombra resguardándose del calor de la mañana. Algunos niños lo sofocaban bañándose en el río, ajenos a los demás, y sin supervisión alguna de adultos.



A lo lejos el sonido inconfundible de un claxon. Apareció la van dando saltos con “Yellow-man” al frente agitando los brazos y saludando. Me dedicó una sonrisa al verme y puso cara de sorpresa.

- Hi yellow!!!

- Hi man. How are you?

Esta vez se repitió la espera y la bronca. La primera porque tenía que llegar una barca con pasajeros que venían de la otra orilla del río, de otra población. Y la segunda porque una mujer que cargaba con su hijito a la espalda empezó a discutir acaloradamente con otra que le exigía su asiento porque según esta lo tenía ya reservado. La discusión se animó hasta tal punto que acabaron pegándose. Quince negros dentro de una furgoneta intentando separar a dos mujeres histéricas estirándose del pelo.

Brutal !!!

El colega de Yellow me miró, sonrió y puso cara de circunstancias.El viaje lo realizamos sin más sobresaltos.

Pese a los dos incidentes antes de partir, nuna he tenido sensación de inseguridad a lo largo de la semana. Son gente muy tranquila y pacífica. Al llegar a Brikama cuatro jóvenes asaltaron a cada uno de los pasajeros que ibamos bajando para ofrecerles otra furgo con la que seguir camino. Estaba todavía a mitad de camino. Así que una vez adaptado a este transporte decidí seguir a un jóven para que me indicara que vehículo iba a Serekunda. Me llevó hasta él y se ganó cinco dalasis de propina por parte del conductor. Durante el trayecto subían y bajaban pasajeros. Uno de ellos llevaba una olla cubierta por un trapo que desprendía un fuerte olor a requesón. Tuvimos ambientador natural para el resto del viaje.

En Serekunda aproveché para comer un poco de fruta en el mercado y llamar la atención de las vendedoras. Nunca me había sentido tan observado por comer una manzana. Ni que fuera Adán.


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